Elogio del advenedizo



No sé si alguna vez han visto a los ojos del que no pertenece. No es resentimiento lo que perdura en sus globos oculares si no una mezcla de incertidumbre y coraje. Pero un coraje infausto, sin sobresaltos.  Está ahí pero no se escucha. No quiere ser escuchado, es lo que siempre se dijo; un convidado de piedra.

Al el lo invitaron a sacar la sortija en el carrusel y prefirió quedarse dormido en los andenes, para que luchar ¿ .Él estaba  justo ahí cuando todo sucedía  y con que se sepa que estuviera  ahí  ya es molesto. Es un mal ejemplo, es el peor de los ejemplos y no hace absolutamente nada. Lleva una especie de marca de Caín tatuada hace mucho tiempo sin hacer un gran esfuerzo y sin embargo jamás traicionó y he aquí la clave   .Y molesta y esa molestia es peligrosa .. ¿a quién es peligrosa? Y si, como no podía ser de otra manera!!, a quien si no a esa vieja moral puritana y disfrazada según la conveniencia, sea  rebelde o  sea reaccionaria ,que pretende encasillar todos los actos humanos en una u otra definición, vieja puta ocultadora de muertos.

Es tremendamente ofensivo que ocupe un lugar en el espacio, porque no podemos incluirlo para que sienta el peso de nuestras botas piadosas, ni tampoco echarlo de acá. Así de este modo, el advenedizo pasa como una sombra sobre los lugares ciertamente conocidos por todos. No viene de ningún lugar, no tiene un apellido de verdad, no necesita demostrar su inocencia frente a ningún jurado, no lucha por el poder, no pretende ganar el carajo, no, nada, nunca, etc.

Por ese todo y por esa nada, las grandes colmenas del polen meteórico necesitan su sangre, de alguna manera intentaran dividir su carne y disputar su cráneo, ¿y él? Imperturbable. Prenderá un pucho, mirará con cara de póker y seguirá en lo suyo, ¿qué es eso suyo? nadie lo sabe a ciencia cierta. Tendrá, si las mareas le son favorable y si su carácter posee un poco del vicio de la discrecionalidad, algo que dejar a esa posteridad decadente que le odia y no les quepa la menor duda, sea lo que sea que haga, causará un saludable y desagradable murmullo generalizado, parecido a un grito mudo entre los comensales desafortunados del banquete. Para luego volver rápidamente a la paz de los hoscos y los silenciosos.

Es encomiable como escapa al martirio, ciertamente hay un dejo de valentía inútil en su actitud y algo envidiable en ese desdén curtido a prueba de espantos. Porque pudiendo irse no se va, porque pudiendo volver a la tierra /basura de la que vino no vuelve. Toda su vida será una especie de gran fuga hacia adelante, donde no es público ni actor ni bailarina en este teatro podrido y sucio por la inclemencia del viento.

 Por todo eso y por tantas otras más, me reconozco hermano de todos y cada uno de los advenedizos de la cuadra, del pabellón, del aula y de donde joraca sea. Venimos a escupirles el asado al porvenir con tan solo un poco del buen y querido silencio agreta. Así que mis queridos, no se alarmen, duerman tranquilos, escupan para arriba y sigan en la fila. Que allá afuera las sirenas se incendian, pero ya no de locos fugitivos caminantes de la madrugada, si no de los que no quieren compartirse con nadie y atesoran su silencio con hidalguía desaforada. ¡A su salud mis pichones, a su salud!

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