El secreto ardor y el fatal hastío de los libros El aroma cruel que antesala a la congoja no dicha la dulce compañía del sol mustio en las calcinantes tardes de verano sin sombra Vivimos en un mundo de puros signos que se desaparecen en una tasa de te Por eso no mires hacia arriba Como si de un extraño se tratara Ni atiendas al mensaje de la desesperación Ni respires aun sobre el aliento de los muertos Ni termines de cerrar las páginas de lo que no se termino Es cierto cierta fatalidad no otra Pero el mundo está a punto de volver a empezar En Cada uno de los días Y en esa travesía vamos andando Dejando atrás ese extraño amargor Mientras tanto desde los últimos rincones Vamos aprendiendo a fuerza de coraje y de bravura Que habrá que esperarlo todo solo para saber esperar…

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